Consumo responsable es consumir menos. El
ciudadano puede convertir, de esta manera, su capacidad de compra en un
importante instrumento de presión al ejercer la libertad de no consumir un
producto, de prescindir de determinados bienes, y de acabar con algunos de los
comportamientos compulsivos del consumidor, implantando nuevas pautas de
conducta que van a influir en el ciudadano y en las empresas productoras de los
bienes y servicios.
El criterio de ahorro es el más importante a
tener en cuenta en todos nuestros actos de consumo. En el momento de realizar
la compra nos debemos preguntar si el consumo que vamos a realizar nos va a
satisfacer realmente una necesidad o deseo o, por el contrario, lo hacemos sin necesidad.
Para reducir el consumo, hay que hacerse una
serie de preguntas a la hora de comprar: ¿Necesito lo que voy a comprar?
¿Quiero satisfacer un deseo? ¿Estoy eligiendo por mi mismo o es una compra
compulsiva? ¿Cuántos tengo ya? ¿Podría pedirlo prestado a un amigo o a un
familiar? ¿Puedo pasar sin él? ¿Tengo ganas de hacerlo?
Pero también hay que tener en cuenta el uso que
se va a realizar del bien comprado, el tiempo previsto de duración y si se va a
poder mantenerlo, limpiarlo o repararlo fácilmente. De esta manera, se tiene
que tener en cuenta la durabilidad de los productos.
Además, se pueden poner en práctica otro tipo de
modelos de consumo que, por sus características, suponen un consumo más
responsable: compra de segunda mano, intercambio o consumo por varias personas
del mismo bien, trueque, reciclar...
DRISS OUKHAYI
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